Pinguicula lusitanica

La Pinguicula lusitanica es una pequeña planta carnívora de singular belleza que se distingue por sus hojas pegajosas dispuestas en roseta, que atrapan diminutos insectos para suplir los nutrientes que no encuentra en los suelos pobres donde vive. Su tonalidad varía del verde claro al púrpura rojizo, dependiendo de la exposición solar y las características del sustrato, lo que la convierte en un atractivo visual en su entorno natural.

Esta especie habita zonas húmedas, ácidas y poco alteradas, como turberas, manantiales o filtraciones. En Extremadura, su distribución es escasa, encontrándose principalmente en áreas muy concretas donde persisten condiciones de humedad durante casi todo el año. Un lugar especialmente destacado para su observación es el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, donde se ha registrado en enclaves singulares asociados a la geodiversidad, lo que refuerza el valor ecológico y conservacionista de este espacio natural.

La presencia de P. lusitanica es un buen indicador de ecosistemas bien conservados, y constituye un símbolo de la biodiversidad botánica de Extremadura.

Pinturas rupestres en Navatrasierra (Villar del Pedroso)

En la Sierra de Altamira que une les provincias de Cáceres y Toledo apareció hace unos dos años aproximadamente un nuevo panel de pinturas rupestres, encontradas por Fernando Herreruela, se encuentran en un abrigo cuarcítico poco profundo, con orientación suroeste, las pinturas se encuentran entre 1-2 metros de altura en un único panel que cuenta con numerosas figuras, algunas de ellas parecen superpuestas, entre las que destacan dos grandes ramiformes, uno de ellos de más de 60 cm.

El estado del panel no es muy bueno, tiene zonas rayadas y partes caídas en las que han desaparecido algunas pinturas, los abundantes restos en las inmediaciones indican que la zona ha sido bastante frecuentada en tiempos modernos tanto por cabreros locales como en la guerra civil, en la que los combatientes encontraban en esta sierra tan inaccesible un lugar perfecto para esconderse y para controlar el paso entre las líneas rocosas de cuarcitas que conforman estas sierras Villuerquinas, una especie de «muralla» natural que obliga a pasar por puntos muy concretos.

Fotografías tratadas con DSTretch:

Cabañas del Castillo (Extremadura)

Cabañas del Castillo es un pequeño pueblo ubicado en el Geoparque Villuercas Ibores Jara (Extremadura), unas pocas casas a los pies de una gran roca cuarcítica coronada por las ruinas de un castillo, abundantes aves rapaces, historia, cuevas, verdes bosques y encajonados ríos repletos de vida, sin lugar a dudas uno de los mejores lugares que no te debes perder de toda Extremadura.

Acueducto de las herrerías (Campillo de Deleitosa)

En el Valle de la Garganta Descuernacabras, en el Geoparque Villuercas Ibores Jara, encontramos una extraña construcción, un antiguo canal de agua de unos 7 kilómetros, abandonado, y que nos llama la atención por encontrarse en un valle ausente de civilación, en el que no hay pueblos ni casas habitadas cercanas.

Según la bibliografía consultada servía para abastecer de agua a una antigua herrería y posterioremente a tres pequeñas centrales elécricas, alcanza su grandiosidad con un acueducto de una veintena de arcos, construido a base de pizarra y ladrillo, que salva el desnivel de un pequeño arroyo y que lo ha convertido en una atracción turística para senderistas.

Cabañas del Castillo (Extremadura)

 

Cabañas del Castillo es uno de esos pequeños  pueblos de Extremadura en los que el tiempo parece detenerse, con tan solo 14 habitantes  sus casas descansan en la solana de un gran roquedo cuarcítico y desde arriba,  como un vigilante desde su atalaya, las ruinas de su castillo  son testigos del «progreso», de la era del cemento, la contaminación y el dinero, mientras mueren lentamente en el olvido.

 

Otoño en el Valle del Almonte (Navezuelas)

El otoño, ese momento en el que los colores ocres se apoderan del Valle del Almonte,   momento en el que  las hojas de los castaños empiezan a caer, a tapizar el suelo mientras las setas luchan por  buscar la luz entre la tupida hojarasca y la espesa niebla, el frío, las chimeneas humeantes, y el olor  a tierra  mojada se apodera de todo el valle, de sus habitantes , del ajetreo diario en busca de ese preciado  fruto   base de la economía de muchas familias, la castaña.