Cabañas del Castillo es uno de esos pequeños pueblos de Extremadura en los que el tiempo parece detenerse, con tan solo 14 habitantes sus casas descansan en la solana de un gran roquedo cuarcítico y desde arriba, como un vigilante desde su atalaya, las ruinas de su castillo son testigos del «progreso», de la era del cemento, la contaminación y el dinero, mientras mueren lentamente en el olvido.