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El río Gualija transcurre desde la Sierra de Altamira, en el Geoparque Villuercas Ibores Jara, hasta desembocar en el Pantano de Valdecañas, muy cerca de esta desembocadura encontramos un característico puente que servía de acceso a la antigua ciudad de Talavera la Vieja y permitía el cruce del río del ganado que transcurría por la cañada de San Román.
«Los barruecos» es un paraje natural de más de 300 hectáreas ubicado en el término municipal de Malpartida de Cáceres (Extremadura), formado por grandes bolos graníticos y que esconde entre sus rocas multitud de sorpresas, el museo Vostell, pinturas rupestres, tumbas antropomorfas, una gran colonia de Cigüeña blanca, un poblado neolítico, restos de un asentamiento romano …
Este paraje fue declarado Monumento Natural en 1996, con el objetivo de conservar y poner en valor la geología, fauna e historia que podemos observar en cada uno de sus rincones. Para ello cuenta con acceso libre y varias rutas de senderismo que transcurren por los principales puntos de interés, algunas de ellas habilitadas para personas con movilidad reducida, paneles informativos , centro de interpretación y zonas habilitadas para descanso y aparcamientos.
En estas 300 hectáreas podemos encontrar varios abrigos con pinturas rupestres, algunos de ellos se encuentran en plena colonia de anidamiento de Cigüeña blanca y no es recomendable su visita durante unos meses a partir de febrero para evitar molestias, otros como el siguiente que muestro se encuentran protegidos por una reja para evitar que las pinturas, en bastante mal estado de conservación, acaben por desaparecer o sufran actos vandálicos, muestro dos imágenes de cada fotografía, una de ellas tratada con un programa informático para resaltar las pinturas que en algunos casos son inapreciables a la vista humana.
Cabañas del Castillo es uno de esos pequeños pueblos de Extremadura en los que el tiempo parece detenerse, con tan solo 14 habitantes sus casas descansan en la solana de un gran roquedo cuarcítico y desde arriba, como un vigilante desde su atalaya, las ruinas de su castillo son testigos del «progreso», de la era del cemento, la contaminación y el dinero, mientras mueren lentamente en el olvido.
El otoño, ese momento en el que los colores ocres se apoderan del Valle del Almonte, momento en el que las hojas de los castaños empiezan a caer, a tapizar el suelo mientras las setas luchan por buscar la luz entre la tupida hojarasca y la espesa niebla, el frío, las chimeneas humeantes, y el olor a tierra mojada se apodera de todo el valle, de sus habitantes , del ajetreo diario en busca de ese preciado fruto base de la economía de muchas familias, la castaña.
Romangordo, un pequeño pueblo cacereño, de poco más de doscientos habitantes, cuenta desde el 2016 con un proyecto para recordar viejos oficios y el estilo de vida de antaño a través de pinturas murales y graffitis, un proyecto que no solo nos recuerda y nos transporta al pasado sino que está convirtiéndose en un atractivo turístico importante para este pequeño pueblo extremeño.
Los Graffitis y murales han sido realizados por estudiantes de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid y por el colectivo extremeño Muro Crítico, especializados en los trampantojos, ilusiones ópticas que engañan a nuestra vista a la vez que juegan con los elementos naturales del entorno.
Muy cerca del Monumento Natural de Los Barruecos (Malpartida de Cáceres), entre el Río Salor y la carretera Ex-100, en el paraje conocido como Las Seguras o la Dehesa de los Mogollones, encontramos este dolmen con 10 ortostatos, algunos de ellos de mas de 2 mts., cámara de 3.8 x 3.4 metros de diámetro y una longitud total de más de 11 metros. Destaca una gran losa en forma de arco en el punto en el que el corredor se une con la cámara, en la parte de arriba de esta losa podemos observar una pequeña pileta que según varios expertos habría sido tallada con posterioridad a la construcción del dolmen y aún se desconoce realmente su función.