


































El otoño, ese momento en el que los colores ocres se apoderan del Valle del Almonte, momento en el que las hojas de los castaños empiezan a caer, a tapizar el suelo mientras las setas luchan por buscar la luz entre la tupida hojarasca y la espesa niebla, el frío, las chimeneas humeantes, y el olor a tierra mojada se apodera de todo el valle, de sus habitantes , del ajetreo diario en busca de ese preciado fruto base de la economía de muchas familias, la castaña.