Un pequeño pueblo portugués de apenas 10 habitantes, en el que el tiempo parece haberse detenido, sus habitantes han sabido conservar esa sincronía con la naturaleza, con el medio que les rodea, y alegrar con llamativos colores el día a día, sus calles de piedra, sus casas tradicionales, y la multitud de objetos ya en desuso utilizados como decoración lo convierten en un destino obligatorio para conocer la antigua y difícil vida rural hoy convertida en recurso turístico.
No es en la aldeia de José Franco?
No, es otra aldea cercana mucho mas pequeña.