Este paraje conocido cada vez más por sus zonas de baño nos sorprende en otras estaciones en las que el agua discurre apretada entre sus paredes de cuarcita, sus muros repletos de líquenes y musgos nos muestran las pinturas rupestres de tiempos pasados y los alisos, desprovistos de hojas, enseñan el cauce del río ruecas vigilados desde lo alto, por la presa del Cancho del Fresno.